“Apología de los ociosos” es un canto a la vida.
La sabiduría de la ociosidad enfocada a la certeza de que no hay deber más infravalorado que el de ser felices. O la ociosidad como concepto revolucionario: si una persona no puede ser feliz sin estar ociosa, ociosa tiene que permanecer.
Para Stevenson, la ociosidad, que no consiste en no hacer nada, sino en hacer muchas cosas no reconocidas en los dogmáticos formularios de la clase dirigente, tiene tanto derecho a mantener su posición como la propia laboriosidad.